A menudo nos intentan vender la moto con conciertos musicales de gran expectación popular o nuevos superestrenos cinematográficos que entran en la cartelera como si de fieras indomables se trataran. Es cierto que tanto la música cómo el cine son dos artes de magnífica esencia y de un dinamismo vertiginoso. No los critico, ni mucho menos. Sino que me apoyo al interés mediático que despiertan entre la sociedad para revalorizar un arte que está perdiendo adeptos. Hablamos de la lectura. Y es que cada vez es menos frecuente ver a personas atraídas por el arte de las palabras. Periódicos, libros de texto, incluso las introducciones de variados videojuegos. Las letras son esenciales en nuestra existencia, queramos o no son el calcio de nuestro lenguaje, el hierro de nuestro vocabulario i la proteína de nuestro pensamiento. A menudo nos olvidamos de que tenemos que enriquecer nuestro dominio léxico del lenguaje. Un lenguaje que nos puede parecer tan cuotidiano, tan clásico. ¿Cuántos de nosotros nos hemos visto en la situación de querer expresar una idea y quedarnos trabados en mitad de la frase? La única solución para remediar estas patologías es la lectura. Quizá no la única, pero sí la más eficaz a corto plazo. Ya no sólo por ese motivo, sino porque por otro lado te transporta a tu propio mundo. Encerrarte en tu habitación y acurrucarte entre la pared y el cojín que te cosió tu abuela para leer en silencio aquella novela en la que no puedes parar de pensar puede parecer a simple vista algo estúpido. Digo a simple vista porque si nos adentramos en la viñeta imaginaria que acabo de dibujar y nos metemos en la piel de esa persona encerrada en su habitación con aquél libro que tanto nos apasiona, puede que el estado de estupidez cambie a la velocidad de la luz a un estado de diversión y entretenimiento. “Historias de Nueva York”, “Se sabrà tot”, “Ángeles y demonios”. Son algunas de las novelas que, personalmente, me han trasladado del mundo real al mundo literario más recientemente. Y es que cada uno elige cual es la historia que quiere que le hipnotice, que quiere que le deleite. Y aunque luego se encuentre con lo contrario, el paso de querer coger un libro ya es algo que tendría que estar en el 80% de las mentes de nuestra sociedad. Desgraciadamente, esto no es así. Pero espero que artículos cómo éste despierten el lector que todos, queramos o no, llevamos dentro. 18 de maig del 2010
LETRAS, PALABRAS, LIBROS
A menudo nos intentan vender la moto con conciertos musicales de gran expectación popular o nuevos superestrenos cinematográficos que entran en la cartelera como si de fieras indomables se trataran. Es cierto que tanto la música cómo el cine son dos artes de magnífica esencia y de un dinamismo vertiginoso. No los critico, ni mucho menos. Sino que me apoyo al interés mediático que despiertan entre la sociedad para revalorizar un arte que está perdiendo adeptos. Hablamos de la lectura. Y es que cada vez es menos frecuente ver a personas atraídas por el arte de las palabras. Periódicos, libros de texto, incluso las introducciones de variados videojuegos. Las letras son esenciales en nuestra existencia, queramos o no son el calcio de nuestro lenguaje, el hierro de nuestro vocabulario i la proteína de nuestro pensamiento. A menudo nos olvidamos de que tenemos que enriquecer nuestro dominio léxico del lenguaje. Un lenguaje que nos puede parecer tan cuotidiano, tan clásico. ¿Cuántos de nosotros nos hemos visto en la situación de querer expresar una idea y quedarnos trabados en mitad de la frase? La única solución para remediar estas patologías es la lectura. Quizá no la única, pero sí la más eficaz a corto plazo. Ya no sólo por ese motivo, sino porque por otro lado te transporta a tu propio mundo. Encerrarte en tu habitación y acurrucarte entre la pared y el cojín que te cosió tu abuela para leer en silencio aquella novela en la que no puedes parar de pensar puede parecer a simple vista algo estúpido. Digo a simple vista porque si nos adentramos en la viñeta imaginaria que acabo de dibujar y nos metemos en la piel de esa persona encerrada en su habitación con aquél libro que tanto nos apasiona, puede que el estado de estupidez cambie a la velocidad de la luz a un estado de diversión y entretenimiento. “Historias de Nueva York”, “Se sabrà tot”, “Ángeles y demonios”. Son algunas de las novelas que, personalmente, me han trasladado del mundo real al mundo literario más recientemente. Y es que cada uno elige cual es la historia que quiere que le hipnotice, que quiere que le deleite. Y aunque luego se encuentre con lo contrario, el paso de querer coger un libro ya es algo que tendría que estar en el 80% de las mentes de nuestra sociedad. Desgraciadamente, esto no es así. Pero espero que artículos cómo éste despierten el lector que todos, queramos o no, llevamos dentro.
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